Reinhard Heydrich era considerado el nazi perfecto, admirado por muchos y temido por todos. Poseyó una de las mentes más perversamente brillantes de la historia. Dirigía lo que el mismo llamaba el vertedero del Reich, la RSHA, que unía la Gestapo, la agencia de seguridad y la policía criminal. Él ideó el plan para iniciar la II guerra mundial, el genocidio de los judíos, el plan para hundir la economía inglesa con falsificaciones masivas y la trampa para acabar con Röhm, jefe de los camisas pardas, uno de sus mejores amigos y padrino de uno de sus hijos. Su mentor, Himmler, lo apreciaba tanto como lo temía, y lo alejó de sí, haciendo que lo nombrasen Reichsprotecktor, prácticamente un virrey, de Bohemia y Moldavia. Logró que el país funcionase tan eficientemente, que Churchill temía que los territorios invadidos se rindiesen sin resistencia, y envió un comando para asesinarle, que falló estrepitosamente. Falleció estúpidamente de septicemia, por culpa de su orgullo supremacis...
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